Legados

 


Sobre unos papeles gastados, aparecían las letras manuscritas del viejo en un cuarto de la casa, mantenida en pie por quien sabe que piadoso dios. Grillos lejanos y el viento viajero de estos lugares perdidos formaban la masa sonora del lugar, algo en el cielo presagiaba la tormenta. El viejo hace mucho había desaparecido, pero quizás en un sus últimos días de cordura o conciencia nos mando avisar que dejaría sus escritos en el cuartito del fondo, ahí estaban sus herramientas, sus diarios viejos anunciando tragedias y crisis sobre los hombres de aquellos tiempos, alguna vez le escribí y en la carta lo llame papa o creo recordar hacerlo, pero la verdad apenas pude verlo unas pocas veces cuando lo visitamos. Los veranos en la sierra eran sobretodo calurosos, siempre lo veía con una lata fresca en su mano mirando el rio con admiración, apenas nos echaba una mirada y alguna palabra cuando no volvíamos molestos.

El viejo sintió un llamado extraño en mitad de su vida o quizás desde hace mucho antes. Dejo su trabajo y  renuncio, algo que nadie de nuestro entorno comprendió, la vieja lo echo de casa, pero el volvió varias veces, aunque siempre a buscar tal o cual libro, una campera, o robarse un vino y prepararse un sanguche de salame y queso. Quizás su presencia nos provocaba mas inquietud que curiosidad, su silencio era pesado como un riff  viejo y añoso de Black Sabbath, era un ser silente y perturbador, sus pocas palabras parecían masticadas para sí mismo, y a veces de repente nos miraba y nos dirigía alguna frase que parecía repetir, casi como un oráculo indagado, echaba sobre nosotros augurios grises, sombras tibias de un otoño que no arrancaba mas.

Pero arranco un día que se fue al monte, al campo, a dedicarse a sus cultivos, a sus animales a sus hijos de tinta y fibra, nos sentimos aliviados de su abandono, la ausencia parecía no tener filo, la espada sobre nosotros se volvió de plumas, casi in darnos cuenta la historia personal de cada uno pareció encenderse, Javier se volvió Javi, y lo puedo ver todavía en el cuarto vuelto deposito con Victoria, nosotros le hacíamos burla y caras detrás desde la puerta abierta, el aprovechaba para levantarle la pollera y mostrarnos lo que queríamos ver, ella apretaba fuerte sus manos en las de Javi en un frenético movimiento de simulación, que nos volvió testigos de un ritual de cuatro y un secreto a voces que recordaríamos tantas veces.

Luego llego la diáspora, la venta y el derrumbe de la casa familiar,  el polvo y el baldío, el nuevo hábitat de esos fantasmas pasados que nos miraban detrás de carteles publicitarios.

Cada uno eligió su camino, su lugar y su historia…bueno al menos intento hacerlo, luego el impacto con el tiempo y la vida fue poniendo esos episodios burlones que decoran la sobria existencia, a veces disfrazándola de rutina y amaneceres en serie.

Ahora que el viejo no está, en respuesta  su última y única carta, estoy acá en un pedazo de tierra sin nombre pero que de alguna manera se siente familiar, pude concretar su pedido, junte sus papeles, me lleve la botella de Rutini escondida y la foto de mama joven, sonriente abrazada a el en el frente de una casa que no conocí. Mi viejo quiso quedarse ahí, no muy lejos de quien fue, sin olvidar se volvió alguien extraño y lejano, muchas veces quise visitarlo y ver si necesitaba algo, pero con él eso no funcionaba, quizás ansiaba ese retiro del mundo, esa poética del ermitaño que no quiere nada para sí mismo ni  parar nunca, aquel que la muerte parecía desconocer hasta que alguien hace una introducción inoportuna.

Cargue mi mochila y antes del atardecer emprendí mi vuelta, mi odisea temprana, antes de irme me tome unos mates junto a un viejo radio grabador que solo hacia interferencia, deje el agua caliente y un mate humeando.

 Me aleje por la ruta con mi perra Fiona observando un atardecer al costado del camino. Quizás no regrese, o quizás nunca me termine de ir, pero supe que en las páginas que me lleve me esperaba un nuevo destino desde el pasado de un viejo, lo desconocido llamaba a lo desconocido. brindo por eso.

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