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Necesidad de los espejos

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Hoy en las pizarras digitales los números caen se borran y se resetean, las manchas quedan.  El contador de almas cuenta de a miles. Un día más en la fábrica. Me sorprendo de esta vida, del aire y las voces de hermanos que mentes desconocidas, impulsan a vociferar discursos que le son mas ajenos que propios, semi-vacíos, tristes. Se encontraba en el oeste, un bastión de la fe antigua. Una virgen sagrada lo cubría de protección, pero eso fue antes, ahora es en gran parte una ruina sub-acuática, hasta la virgen cansada lo abandono; se entrego al hombre y al río por unas cervezas y chirolas. En ese pueblo que me queda lejano en el espacio pero cercano en la memoria, ahí reside aun un gran oráculo, narra en poemas palabras frescas de conciencia y verdad amarga. Con un sueno de viajero y romántico conquistado pero perdido; erigió allí una torre en un árbol recóndito. Sus libros negros ya casi no circulan, pero a fuerza de cuerdas de guitarra a veces alguna de sus canciones se f

Viento levantado

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Es de noche allá por el solitario sur hay viento y poca gente en las calles, un silencio anclado marea a los pocos sorprendidos transeúntes. Es un viento distinto, ese que empuja y se lleva alguna media, una bombacha, lo que haya en las sogas de los departamentos, barre así las terrazas y las deja vacías. Ese que no nos hace caer del todo pero que se hace sentir, nos envuelve al caminar. Es el ultimo feriado, la ultima hora, instantes por volverse polvo, será el momento de que algún caminante se halle al fin frente a su puerta o su destino, se anime a tocar el timbre, mandar un mensaje avisando que esta fuera y que espera, o tomarse el tiempo de construir una llave. Adentro el viento no desaparece, se lo escucha,  agita hasta meterse adentro del que lo choca y pasa a ser parte de él de alguna extraña forma. Una mezcla en desconocidas proporciones de viento y de llaves seria quizás la mejor opción. 

Línea B

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Un hombre se levanta y un mundo abre los ojos, la calle lo choca en un camino que desciende al subte, el vapor y un olor húmedo lo rodean, se une al diario ritual. Otro hombre lo mira al final del vagón, sin brillar parece vestir una pureza exagerada. Eso le da miedo a nuestro primer hombre. Volverse algo parecido, un metódico pero descontrolado comensal que persigue banquetes sin dormir. Lacroze se volvió Gallardo, un músico entona un Rap Reggae de protesta, de concientización, dice que su mejor hora es la cinco de la tarde, nuestro hombre piensa que el joven cantor esta por devenir en un chiste o algo así, pero la gracia nunca toca sus labios secos, sino que afirma la frase. Un anciano se sonríe repugnante, le pregunta si es que a esa hora es cuando duerme la siesta, luego se baja en la estación del medio, esa que nunca nadie recuerda su nombre. La gente cansada es la que mas se conmueve con sus cantos. Esa gente cansada que despierta a pesar del cuerpo y la mente agobiados, que en

El Reptil

Esto parece un inicio, no lo es, es la ultima vuelta del colectivo, ya casi vacío, rondando por las calles frías, cuadriculadas. O algo así como un breve paisaje de esa lucha común, que se vuelve invisible hasta que como una telaraña, se la atraviesa y se te pega en la cara. Es inteligente la sencillez de algunos, así como esos días de lluvia vacíos de obligaciones, ellos me despiertan una curiosidad fresca, mientras mi curiosidad esta aplastada, con el sueño de muchas horas extra, sin embargo deja alguna mancha de sangre por el piso aun.  Son los que aun buscan y no encuentran, y si encuentran dudan y lo pierden, cambian y son un eterno intento crónicos de si mismos, pero sin moverse, a veces mueven a lo que los rodea, como algún tipo de dioses. Yo lejos, ahora también quieto, observo: quizás con los ojos de un científico que se mira tarado en el río y se ve incapaz de meter un pie, pues ve su reflejo y sabe que un gigantesco reptil  puede estar ahí mismo detrás de su imagen, rel