Línea B

Un hombre se levanta y un mundo abre los ojos, la calle lo choca en un camino que desciende al subte, el vapor y un olor húmedo lo rodean, se une al diario ritual. Otro hombre lo mira al final del vagón, sin brillar parece vestir una pureza exagerada. Eso le da miedo a nuestro primer hombre. Volverse algo parecido, un metódico pero descontrolado comensal que persigue banquetes sin dormir.
Lacroze se volvió Gallardo, un músico entona un Rap Reggae de protesta, de concientización, dice que su mejor hora es la cinco de la tarde, nuestro hombre piensa que el joven cantor esta por devenir en un chiste o algo así, pero la gracia nunca toca sus labios secos, sino que afirma la frase. Un anciano se sonríe repugnante, le pregunta si es que a esa hora es cuando duerme la siesta, luego se baja en la estación del medio, esa que nunca nadie recuerda su nombre. La gente cansada es la que mas se conmueve con sus cantos. Esa gente cansada que despierta a pesar del cuerpo y la mente agobiados, que en el cansancio mismo, toma un control roto, mira por ventanas que no están mas, se alivianan sin dormir. El viaje termina y el hombre baja. El subte se lleva los cantos y el sudor a otra parte.


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