La despedida donde nadie se despidió
Eran las 22hs de un Viernes y había salido hacia el
encuentro de tres amigos. Uno de ellos partiría
a Europa con la idea de quedarse y hacer su vida allá. Los días se
volvían ceniza con velocidad, para todos, por diferentes motivos.
A las 22.40hs de la noche estábamos en el frente de una pizzería,
encargamos pizzas que deberíamos buscar en un rato. El lugar era muy chico,
podía sentirse cierto desgano en el hombre que nos tomó el pedido: gritó hacia
la cocina que serían dos pizzas grandes de Mozzarella, en la cocina, un
hombre que parecía recién haberse despertado se movió con lentitud. Nos
largamos de allí, ya habíamos hecho un par de cuadras cuando T, que ponía su
casa, nos comentó que una vez hace mucho, en un pedido a aquél mismo negocio,
le apareció en la Mozzarella un ejemplar de cucaracha muerto. Nunca entendí si realmente pasó o intentaba ser un chiste, me preocupé, habíamos preferido
una pizza más barata que a donde pensaba comprar T, quizás nos la habíamos
buscado.
Cuando ya eran casi las 23.00hs dejamos de dar vueltas
por el barrio. Ya con las cajas de pizzas calientes, llegamos a la casa de T. Entramos. El pasillo pequeño daba acceso a su casa, donde él vivía con su madre, el pasillo y la planta baja
no tenían techo, si unas paredes no muy altas, que separaban la casa del
pasillo. A diferencia de lo acostumbrado nos detuvimos frente a una puerta
anterior a la de su casa. Para nuestra sorpresa nos presentó sus dos departamentos recién construidos, eran para turistas, se veían impecables, el
olor a pintura y mueble nuevo fue lo que más me gusto. Un lugar hecho sobre lo
que había sido la casa de su abuela. Era una deconstrucción-construcción
espacial sobre el mismísimo pasado, su propio recuerdo. A mi quizás nunca se me
habría ocurrido, o eso me parecía. En estos tiempos sentía que todo parecía
estar a punto de demolerse y desaparecer físicamente, por suerte las pizzas safaban.
Serían ya las 23.30 o no, T subió a la casa a buscar una
cerveza fría. Colocamos algo de música desde el celular, estaba todo listo. N y
A salieron afuera, al pequeño de patio que estaba en la entrada del
departamento, se sentía compacto y extraño. Me quedé unos segundos adentro
buscando alguna música. Afuera N utilizó una escalera para pasar al otro
departamento, las paredes bajas ayudan, mientras, N llamó a A para que lo siga
en su excursión, se escuchó desde el interior del departamento una voz de mujer que repitió varias
veces que estaba ocupado; no sé me ocurre qué debió haber pensado la pobre chica, me pregunto cómo
no entró en pánico. N, sorprendido, salió como entró, la curiosidad no mato al gato. T habia visto todo, estaba bajando la escalera y al llegar miró con odio a N y A (típico de T). Se
enojo, les dijo que se pasaron de la raya, se quedó silencioso con mirada de reprobación,
es un enojo demasiado gracioso. La mujer era la novia de un primo, ¿que hacía allí
esa noche?, sola, es un misterio. El clima cambió, refrescó, también el humor se había vuelto más frío y disonante, el tiempo que pasó desde que nos conocimos parece ahora posarse en
nosotros, nos veo tan cambiados y casi que me alegra. Me pregunto cómo será el
futuro, pero vuelvo, me intento conectar y la cerveza, aunque no esté bien
helada, ayuda. Hablamos de mujeres, ¿hablamos de mujeres? Puede ser. A A lo
espera una en Viena, todo por descubrirse y lejos de casa, ronda algún fantasma
y se va, surgen nombres, candidatas, historias breves.
Después de las 24.30hs ya estábamos en la casa de arriba,
en un especie de balcón terraza, la charla fue difusa en mi memoria pero
recuerdo que afuera se escuchaban gritos con tonadas venezolanas o colombianas, hablamos
de música, del orgullo de algún músico británico, del éxito de algún amigo y su
supuesto método, nos reímos, otras historias ajenas se empastaron; en mi mente
intentaba visualizar todo lo que escucho.
Mientras que los pensamientos se nos escapaban al futuro, el
silencio apareció, también un cigarrillo de marihuana, T nos dijo que si su
vieja se despertase, el plan era decir que el cigarrillo es de A, dijo que es lo más
lógico, T siempre fue muy lógico. Nuestras vidas parecían animales salvajes que intentabamos
domar sin éxito, en ese falso fracaso estaba el encuentro para compartirlo y algo
que nos dejó leves y alegres. La vieja de T nunca se levantó aquella noche, así que no fue necesario
poner en práctica el plan.
Ya el cansancio nos había envuelto, el sueño, el reloj marcaba más
de las 3 A. M. El pasado nos había traído de vuelta del futuro: varios videos de cortos
y trabajos prácticos de la época de la facultad. Las imágenes se nos volvían cómicas
e inexplicables, revaloraban lo actual entonces, mostrando la confusión experimental de la
vida, prueba y error.
La noche se prolongó con café batido. Alguien puso una película,
unos videos de Youtube. A debía partir pronto para alcanzar el colectivo de las
7.00 A.M. ya había perdido el de la 6 A.M. Salimos, nos despedimos de T. Afuera ya
queda poca gente, algunos sentados en algún umbral, otros desayunando en un café
recién abierto. Caminamos rápido al auto y llegamos a la parada a tiempo, ya casi
no había autos en las calles. La noche se desvanecía. A debió bajarse y despedirse
muy rápido, llegó justo para abordar su colectivo. No pareció una juntada de despedida,
fue rara -me dijo N- es verdad, había sido una más.
Llegamos, lo dejé a N en su casa, en el camino me había contado de los planes por su futuro hijo, no habíamos hablado mucho de eso en la noche. Las
charlas tendían siempre a parecerse a planes para conquistar el mundo, debates
infantiles, locuras imposibles y por aquello mismo las buscabamos, anhelando siempre repetirlas.