Confesión
Me equivoque. Confundí una profesión como una forma de vida, sin salir del circulo interior, ahí, se mete el tiempo, ladrillo de lejanías. Robots de carne tan humana, bocas que prefieren callar, años oscuros pesan en la mochila, un verano de subtes y cambios. Cada día es una nueva venda, los ojos, vendas sobre vendas. En la reconfortante piel momentánea, se aprieta, suelta el puño se agita ruge un bostezo salvador. ¿Cómo despertar? desde un sueño extraño, tan parecido a la realidad, miradas rebotan y se vuelven mancha; uno carga tanto en un bolsillo siempre pequeño, que termina perdiendo algo.